Exvotos italianos
Me acordé de Venecia porque estoy leyendo "El placer del viajero" de Ian McEwan que transcurre en esa ciudad.
Yo no se a quién se le ocurrió que Venecia era romántica, no, es una bella ciudad pero obscura y tenebrosa, solo hagan memoria de todas las películas de terror o trágicas que se han filmado ahí, o como dice Kermode, las novelas situadas en Venecia, por alguna razón, tienden a ser siniestras, como si hubiera en ella algo que confundiera las expectativas de la decencia.
Hace muchos años, justo al empezar la primavera, una amiga y yo que estudiábamos en Perugia, decidimos ir a conocer Venecia. Llegamos en tren, no levábamos mucho dinero, así que pensamos buscar una pensión económica y empezamos a caminar aunque estaba nublado y había una llovizna fina y constante, coincidimos con un festival de cine de terror y se podían ver los posters anunciando las películas por toda la calle, en una pastelería, en el centro de la vitrina, había un pastel cuyo adorno principal era una gran araña negra en su tela, no se se sería un encargo para el festival o es lo que acostumbran ahí para los cumpleaños infantiles, por la calle mojada vimos que había un rastro de sangre que nos precedía y nos iba guiando hacia las profundidades de la ciudad. Nos empezó a entrar tanto miedo que decidimos no quedarnos en una de las pensiones baratas y obscuras, sino en un alegre hotelito pintado de blanco en donde se hospeda un ruidoso grupo de músicos de una sinfónica, nos tendríamos que quedar solo dos días porque era más caro, pero se sentía uno seguro ahí.
Buscamos un lugar barato para comer y terminamos en una trattoria en donde había una gran mesa para todo mundo y comimos con un grupo de obreros y un profesor que se portaron encantadores con nosotras. Recorrimos la ciudad, no era temporada aun de turistas y estaba bastante vacía, fuimos a Murano y a Burano en una lancha donde nos congelamos, nunca he sufrido tanto frío y de manera tan desesperante por no poder abrigarse ni meterse en ningún lado como ese día en la lancha, de regreso ya anocheciendo nos sentamos en la bellísima Plaza San Marcos, ahí conocimos a un mexicano que contribuiría a que el recuerdo de Venecia fuera triste y siniestro, pero esa es otra historia. De regreso a nuestro hotel nos perdimos, ya era bastante noche y casi no había nadie en la calle porque aun lloviznaba, la ciudad puede ser un laberinto si no la conoces, nos empezó a entrar miedo de nuevo porque no sabíamos donde estábamos, y empezamos a correr como locas hasta que topamos con un viejo que mas o menos nos dijo por donde regresar a la calle principal y así llegamos por fin a nuestro hotel. Al día siguiente visitamos algunas cosas de las obligatorias y luego corrimos a la estación antes de que anocheciera.