martes, junio 30, 2009

De ladrones y asaltantes




Yo en general no soy muy paranoica pero después de que nos asaltaron (hace como once años) a Tamara y a mi en un taxi, me quedé traumada por un tiempo. Desde que nos cambiamos aquí se me quitó, y es que además la ciudad ya no es tan peligrosa como fue durante varios años y además aquí el pueblo es bastante tranquilo, puedes caminar de noche sin miedo a que te asalten. El delito más común por estos lares es el robo a casa habitación, pero como vivimos en una cerrada es más seguro, además solo se metían hasta ahora si no había nadie en casa, pero hace tres días a una vecina (no de la cerrada) que tiene una hermosa casona con un jardín enorme (supongo que eso es atractivo para los ladrones)se le metieron tres tipos y la amarraron a una silla mientras jalaban con todo, esto sucedió a las doce del día. Ahora ya ando un poco paranoica, ya empiezo a pensar en más medidas de seguridad, tal vez un segundo perro, entrenar a los gatos a arañar a extraños, poner tranpas de aceite caliente sobre las puertas, una alarma vecinal, o algo por el estilo, odio no vivir tranquila, odio sentirme insegura en mi pequeño paraíso, se que esta sensación se pasará pronto, pero mientras dura es muy desagradable. Y es que en realidad es más fácil que los de el banco, o los de Telmex, Telcel, Luz y fuerza, Gobierno, etc, te transen a que te asalten en la calle o se metan a tu casa, pero de todos modos te asustas.

jueves, junio 18, 2009

De infancia, amates y tacuazines

Exvoto de gallinas mermadas por un tlacuache
Amate blancoTacuazina


Ya he hablado de la casa de mi abuela que estaba a la orilla de un barranco y solo un gigantesco árbol de amate blanco impedía que se cayera en él, pero también el árbol dañaba la casa con las raíces. En ese árbol vivían muchos animales, ardillas, iguanas, toda clase de aves e insectos y también tlacuaches, o tacuazines como les llaman en el sur. Una noche una tlacuacha se metió en la cocina a robarse los huevos que habían dejado sobre la mesa y la cocinera furiosa le lanzó una botella, que no se rompió, pero dejó aturdió al pobre animal, aun asi escapó antes de que la enojada mujer le diera con la escoba, al oír todo el ruido y los gritos de la cocinera fuimos a ver que sucedía y nos encontramos con que la tacuazina había tirado a tres de sus hijitos al huir, mi mamá los recogió y los puso en un sombrero para calentarlos, pero estaban demasiado pequeños y se murieron, seguramente los traía la mamá aun en la bolsa, ya tenían algo de pelo, pero tenían los ojos cerrados. Cuando supe que se habían muerto me sentí más triste que cuando se murió mi bisabuela y es que cuando ella murió no tenía yo aun formado un concepto de lo que era la muerte, creo que los tacuazines fueron mi primer contacto conciente con la muerte.

domingo, junio 07, 2009

La bella y siniestra Venecia

Exvotos italianos





Me acordé de Venecia porque estoy leyendo "El placer del viajero" de Ian McEwan que transcurre en esa ciudad.
Yo no se a quién se le ocurrió que Venecia era romántica, no, es una bella ciudad pero obscura y tenebrosa, solo hagan memoria de todas las películas de terror o trágicas que se han filmado ahí, o como dice Kermode, las novelas situadas en Venecia, por alguna razón, tienden a ser siniestras, como si hubiera en ella algo que confundiera las expectativas de la decencia.
Hace muchos años, justo al empezar la primavera, una amiga y yo que estudiábamos en Perugia, decidimos ir a conocer Venecia. Llegamos en tren, no levábamos mucho dinero, así que pensamos buscar una pensión económica y empezamos a caminar aunque estaba nublado y había una llovizna fina y constante, coincidimos con un festival de cine de terror y se podían ver los posters anunciando las películas por toda la calle, en una pastelería, en el centro de la vitrina, había un pastel cuyo adorno principal era una gran araña negra en su tela, no se se sería un encargo para el festival o es lo que acostumbran ahí para los cumpleaños infantiles, por la calle mojada vimos que había un rastro de sangre que nos precedía y nos iba guiando hacia las profundidades de la ciudad. Nos empezó a entrar tanto miedo que decidimos no quedarnos en una de las pensiones baratas y obscuras, sino en un alegre hotelito pintado de blanco en donde se hospeda un ruidoso grupo de músicos de una sinfónica, nos tendríamos que quedar solo dos días porque era más caro, pero se sentía uno seguro ahí.
Buscamos un lugar barato para comer y terminamos en una trattoria en donde había una gran mesa para todo mundo y comimos con un grupo de obreros y un profesor que se portaron encantadores con nosotras. Recorrimos la ciudad, no era temporada aun de turistas y estaba bastante vacía, fuimos a Murano y a Burano en una lancha donde nos congelamos, nunca he sufrido tanto frío y de manera tan desesperante por no poder abrigarse ni meterse en ningún lado como ese día en la lancha, de regreso ya anocheciendo nos sentamos en la bellísima Plaza San Marcos, ahí conocimos a un mexicano que contribuiría a que el recuerdo de Venecia fuera triste y siniestro, pero esa es otra historia. De regreso a nuestro hotel nos perdimos, ya era bastante noche y casi no había nadie en la calle porque aun lloviznaba, la ciudad puede ser un laberinto si no la conoces, nos empezó a entrar miedo de nuevo porque no sabíamos donde estábamos, y empezamos a correr como locas hasta que topamos con un viejo que mas o menos nos dijo por donde regresar a la calle principal y así llegamos por fin a nuestro hotel. Al día siguiente visitamos algunas cosas de las obligatorias y luego corrimos a la estación antes de que anocheciera.

lunes, junio 01, 2009

De arañas y arañitas




¿Pertenecerá al nuevo habitante de la cabaña?


La madre y su prole

Hoy en la tarde mi hermana vio una tarántula en el jardín, es claro que se le escapó a alguien porque no hay esa clase de bichos por estas tierras altas, no me dan mucho miedo las arañas pero las tarántulas no son muy bienvenidas en esta casa.
En un rincón del techo del estudio viven dos arañas patonas, ellas se encargan de los mosquitos y son ya como de la familia, pero hace un rato vi que la familia había crecido como en unos docientos miembros más...¿Que puedo hacer con esta prole?
No me apetece tener docientas dos arañas en mi estudio, escucho sugerencias.
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